Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


Lo que me hace fluir

El otro día publicaba James Clear (autor que habla habitualmente de temas de desarrollo personal, hábitos y toma de decisiones) un tuit en el que preguntaba lo siguiente:

Imagina que puedes elegir un nuevo rumbo profesional basado en un criterio: que tu trabajo sea esa actividad que con más frecuencia te pone en un estado de flujo (estado de flujo = te sientes completamente absorto en lo que estás haciendo, el tiempo vuela sin que te des cuenta, etc.). ¿Cuál sería ese trabajo?

Una pregunta tan directa me hizo pensar…

El estado de flujo

No es la primera vez que traigo a colación eso del estado de flujo. Contaba en su día cómo el autor de referencia en la materia es el húngaro Mihaly Csikszentmilhalyi. Y cómo lo que defiende es que ese «estado de flujo» se alcanza cuando hay un equilibrio entre el nivel del reto al que nos enfrentamos y las habilidades que tenemos para hacerlo. Si no se da ese equilibrio, entramos en otros estados diferentes (apatía, ansiedad, aburrimiento…) alejados de ese estado de flujo.
Teoría de la Experiencia Óptima o Flow : Crecimiento Positivo
Lo cual, como respaldo teórico/conceptual está bien, pero la pregunta de James Clear es mucho más concreta… ¿Cuáles son esas actividades que a mí me hacen entrar en ese estado?

Algunas de las cosas que para mí fluyen

Haciendo un poco de arqueología vital, me salían algunas cosas:

  • Programar: tuve mi primer ordenador con 10 años, un Amstrad CPC6128 (¡con pantalla a color!) con el que pasaba las horas muertas con aquel BASIC rudimentario (20 Goto 10 :D). Nunca hice programas supercomplejos, pero me encantaba resolver problemas (el típico programa para sacar números primos, o para ordenar un listado, etc…). Luego pasé a las bases de datos (con el DBASE III+), a las macros de Excel… en fin, nunca he pasado de aficionado. Pero recuerdo bien esa sensación de estar metido en tu programa, y darte cuenta de que llevabas horas sin levantar el culo de la silla.
  • Ilustrar: esto es algo más reciente, pero que me genera sensaciones parecidas. Abrir el Ilustrator con una idea en la cabeza, y ponerme con ella herramientas para arriba y herramientas para abajo. Con conocimientos limitados, pero viendo cómo esa idea se va haciendo realidad paso a paso, e incluso acaba siendo una camiseta. O con lápiz, tinta y papel, que no todo va a ser ordenador.
  • Crear contenidos: escribir en el blog, o hacer podcasts, o crear una presentación, o incluso un documento para cliente… eso de estructurar ideas, y luego irlas ejecutando, y si encima tienes la posibilidad de ir editando poco a poco hasta que quede como tú quieres.
  • Cocinar: disto mucho de ser un «cocinillas», y diría que ni siquiera me gusta especialmente. Pero lo cierto es que cuando me pongo me resulta fluido. Sacas ingredientes, el cuchillo, la tabla… vas cortando, salteando, cociendo… un poquito por allí, un poquito por allá… y se te han ido tres cuartos de hora sin casi darte cuenta.

Buscando el denominador común

Después de sacar ese listado de actividades, quise ir un paso más allá. ¿Qué tienen en común? ¿En qué se parece programar a cocinar, y por qué son dos actividades que me hacen fluir?

  • Individualidad: hola, aquí su amigo el introvertido. Disfruto en soledad, siempre ha sido así. Puedo hacer cosas con otras personas, incluso disfrutarlas; pero no es mi estado natural. Es muy difícil que una actividad compartida me provoque esa sensación de fluir.
  • Creación: tienes una hoja en blanco, y después tienes un dibujo. Tienes una pantalla en blanco, y después tienes un post publicado. Tienes la mesa vacía, y al final tienes un plato que huele y sabe bien. Esa sensación de construir, de crear… me involucra de manera especial.
  • Feedback inmediato: tiras una línea de código, y a ver qué pasa. Haces un trazo, y decides si te gusta o no. Metes un efecto de sonido en el podcast, y escuchas a ver qué te parece. Metes la cuchara en el guiso y decides si necesita o no sal. Todas estas actividades tienen una dinámica de retroalimentación directa, lo que haces tiene un efecto directo que puedes valorar y que te va guiando.
  • Autonomía: yo me lo guiso, yo me lo como. Yo planteo qué problema quiero resolver con un programa, a qué voy a prestar atención lo siguiente, cuándo y durante cuánto tiempo trabajo en ello, cuándo considero que está acabado. No hay otra persona decidiendo, soy yo y solo yo. De hecho éste factor es muy relevante; he probado a hacer todo lo anterior «para otros» (p.j. diseñando una camiseta para otra persona, o haciendo un programilla para un cliente, o escribiendo posts para blogs comerciales) y el estado de flujo se evapora rápidamente.

Entonces… ¿qué trabajo elegirías?

Supongo que aquí está la madre del cordero. En este punto he de reconocer que me atoro. Todos los que tratan el tema de «cuál es tu propósito en la vida» hablan de encontrar esa conjunción entre lo que disfrutas, lo que se te da bien, lo que el mundo necesita… y lo que alguien está dispuesto a pagar. Que algo te haga entrar en «estado de flujo» es sólo uno de los elementos a tener en cuenta. Por ejemplo, por mucho que me entretenga cocinar, o programar… no soy bueno en ello, no soy competitivo. Supongo que podría llegar a serlo… O por ejemplo, por mucho que me entretenga hacer un podcast, e incluso asumiendo que se me dé medio bien… nadie paga por un podcast. Etc.
Ikigai
Y luego hay otro tema que siempre me ha dado cierto miedo, y es que no es lo mismo disfrutar de un hobby que convertirlo en tu trabajo. En su día me planteé estudiar Informática (viendo todo lo que me gustaba), pero decidí no hacerlo con ese pensamiento en mente. Es fácil tener fantasías con qué guay será la vida del programador, y luego llega la realidad y te obliga a hacer la enésima revisión de un formulario para un programa de facturación… y se acabó la gracia. No es lo mismo cocinar por gusto un arroz los domingos, que pasarse 12 horas encerrado en una cocina haciendo una y otra vez los mismos platos. No es lo mismo escribir un post cuando te apetece y como te apetece, que escribir ocho piezas al día de temas que no te interesan y sujeto a un manual de estilo ajeno o un proceso de revisiones. Etc.
Comer helados
No sé si todo el mundo lo viviría igual. Yo personalmente, con esa importancia que le atribuyo al factor «autonomía», veo muy difícil que cualquier actividad «hecha para otros» (y el otro es el que te paga) me fuese a llevar a un estado de flujo.
Aun así, es un tema que me ha hecho pensar. ¿Podría hacer más para ir hacia esa utopía?
Y también me ha generado curiosidad por ver cómo lo vivirán otras personas. ¿Qué les hace fluir a ellos? ¿Será lo mismo que a mí, o cosas completamente diferentes? ¿Habrán conseguido ganarse la vida viviendo en el estado de flujo? Si tienes alguna experiencia que quieras compartir… ¡los comentarios son tuyos!

PD.- Como ves, he añadido un episodio del podcast Diarios de un knowmad dedicado a este tema. Si te gusta, puedes suscribirte en iVoox y en iTunes, comentar, recomendar, compartir…

4 comentarios en “Lo que me hace fluir”

  1. Raul, a mi lo que me hace entrar en un estado de flujo son tus podcasts cuando los escucho los sabados por la tarde mientras doy un largo paseo. Me gustan los contenidos, los invitados, como conduces el programa y hasta la musica. Empiezo a caminar y me abstraigo tanto que sin darme cuenta ya he caminado mas de una hora, y para la vuelta otro.
    Muchas felicidades y ya estoy deseando escuchar una nueva entrevista. ?

    Responder
  2. Lo de programar es que es muy así, y de hecho entrar en «estado de flujo» se usa muchas veces, es creo que hasta viene del mundillo…
    Pero se alcanza pocas veces, por unas razones u otras. Uno de los impedimentos más claros (que no sean los típicos, te interrumpen, etc) es el hecho de que, normalmente, no estás haciendo las cosas aisladamente. No es crear código y que «sea lo que tú quieres que sea», si no que tiene requerimientos externos: son cambios a algo existente que no conoces al 100%, hay una barrera en algún punto que tienes que preguntar o que tienes que buscar, o incluso que es una tarea que no está bien definida y te das cuenta a mitad, y tienes que recabar información.
    Sin embargo, cuando estás programando por hobby y a tu bola, todo eso normalmente desaparece. Estás haciendo una cosa para ti, así que puedes explorar cómo quieres que trabaje exactamente, e incluso improvisar sobre la marcha, cambiándolo por algo que se adecue más…
    Cuando estaba en la carrera, me imaginaba que el trabajo sería más este estilo. Un resultado claro, que puedes hacer tú solo sin coordinarte con más gente. En realidad es una minoría muy minoritaria de las veces. Casi siempre hace falta coordinarse, o definir, o proponer y recibir feedback…

    Responder

Deja un comentario