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Reválida sí, pero

Hoy tenemos día de protestas contra «la reválida» (examen «general» planteado en alguna de las últimas reformas educativas, no me preguntéis cuál), y me surgen bastantes reflexiones (obviando la utilización partidista/sectaria del tema, que también está… que en la misma protesta te mezclan el franquismo, el capitalismo, los refugiados, la lucha de clases…)
Reválida sí. Me parece de cajón. Se supone que estudias para adquirir una serie de competencias y conocimientos. Y esas competencias y conocimientos debes incorporarlas a largo plazo. Si realmente las tienes interiorizadas, no debería costarte demasiado el demostrarlo. Y si no eres capaz de demostrarlo, entonces es que todo el tiempo, esfuerzo, recursos dedicados a ese aprendizaje no valen para absolutamente nada. «No, pero es que si ya he ido aprobando los cursos…». Ya me contarás de qué vale que «estudies para aprobar» y al día siguiente no te acuerdes de nada… pues eso, PARA NADA, tiempo y dinero tirados a la basura. Mejor estarían los chavales en el parque, y nos ahorramos colegios, profesores y demás, porque el resultado es el mismo.
Ahora bien, esto debería llevarnos a cuestionar qué se aprende y cómo se aprende (y por extensión, qué es lo que estamos valorando con la reválida). ¿Tiene sentido que me pregunten los nombres técnicos de las partes de una planta, o detalles de la tabla periódica de los elementos, o la lista de los reyes godos? ¿Son ese tipo de conocimientos y competencias los que merece la pena incorporar a largo plazo, y por lo tanto medir con una «reválida»? De mis «años mozos», y de lo que voy viendo como padre, tengo la sensación de que hay muchísimas cosas que el sistema educativo obliga a aprender a los chavales y que no valen para nada. Tiempo y esfuerzo (e ilusión y motivación) tirados a la basura a lo largo de los años. Claro, si luego la reválida la usamos para medir esos conocimientos, estamos haciendo el gilipollas. Pero el problema no es la reválida, si no todo lo anterior.
Deberíamos plantearnos (como sociedad) cuáles son las habilidades/competencias/conocimientos que merece la pena desarrollar y consolidar a largo plazo a través de una «educación obligatoria». Y alinear todo el sistema (cómo enseñamos, qué enseñamos, durante cuánto tiempo, deberes sí o deberes no, notas, reválidas) entorno a ellos. A lo mejor nos sale un sistema educativo muy distinto. Y sin embargo, la sensación es que construimos todo al revés: «tenemos que tener a los críos entretenidos hasta los 16 años (o los 18, o los 23), muchas horas al día, así que a ver de qué rellenamos el tiempo». Y si quieres hacer algo distinto… pues no te dejamos.
Me apena que la gente se eche a la calle a protestar por la reválida, y sin embargo aceptemos sin cuestionar todo lo que hay detrás. Somos el tonto que se queda mirando el dedo.
Hay otra derivada interesante en este tema, y es cierta noción de que «la reválida va en contra de la clase obrera», porque si sacas mala nota no te dejan acceder a la universidad (mientras que «los ricos» pueden irse a una universidad privada). Lo que subyace es que «todo el mundo tiene derecho a una educación pública, hasta los veintitantos años… independientemente de si la aprovecha o no». Con lo cual, francamente, no estoy de acuerdo. ¿Por qué tengo yo (si, yo, y tú, con nuestros impuestos) que pagar una educación a alguien que no demuestra un mínimo de interés, esfuerzo, capacidad…? Estoy plenamente a favor de igualar por la vía de las oportunidades, pero oiga, ponga usted algo de su parte. La oportunidad la tiene, pero si no la aprovecha… ¿da igual? ¿seguimos pagando? ¿hasta cuándo? Prefiero destinar dinero a becas para que quien quiere estudiar (y lo demuestra) pueda hacerlo, o invertir en un sistema educativo con más recursos por alumno (pero con menos alumnos; los que lo merezcan) que sufragar una infraestructura «de café para todos» donde el interés, el esfuerzo o la capacidad sean irrelevantes. Lo primero lo entiendo, me parece justo, y además tiene un retorno directo en la sociedad, pero lo segundo… coger el dinero y tirarlo a la basura. Pues para eso prefiero que se quede en mi bolsillo.
Claro, el problema es que hay demasiada gente que ve «lo público» como un pozo sin fondo. Disparar con pólvora del rey, un caldero del que siempre se puede sacar porque siempre hay (y si no, «que paguen los ricos»). Ojalá fuese verdad… pero no lo es. El diseño del sistema educativo no puede obviar esta realidad, y deberíamos pensar (de nuevo, como sociedad) en articularlo de la manera más razonable dentro de las restricciones existentes. Igualdad de oportunidades, claro. Pero también retorno social.

8 comentarios en “Reválida sí, pero”

  1. Buf, Raúl, mezclas bastantes cosas que son un mundo en sí mismas y que creo deben desligarse unas de otras aunque inevitablemente estén interconectadas:
    – Reválida
    – Sistema educativo
    – Contenidos/competencias
    – Educación obligatoria
    – Becas
    Yo solo percibo un problema común detrás de todas ellas: la necesidad de plantearse la educación con todas sus derivadas como una cuestión de estado dejándonos de ideologías, partidismos y demagogias. Pero a la vista del paisaje político/social que nos rodea no soy muy optimista, la verdad.

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  2. Uyyy… Raúl, totalmente de acuerdo con Alberto. Escribes aquí, con perdón, un «arroz con mango», como dicen en mi tierra. Creo que te estas dejando llevar demasiado por el partidismo que hay detrás, eso te posiciona (ideológicamente también) hacia la desconfianza, pero creo que hay aspectos razonables en la protesta (otra cosa es que, ciertamente, saldría a la calle a protestar también por cosas bastante más graves). Me centro básicamente en dos: 1) La revalida sigue un enfoque de «control de calidad» al final del proceso, como si fuera una fábrica: Volvemos a reforzar la obsesión por los examenes como la unica manera de que la gente «demuestre lo que sabe». En un momento que se empezaba a insistir en el proceso, en ir viendo los avances de forma gradual, siguiendo una lógica (que me parece afortunada) de «project oriented learning», volvemos al control de calidad al final de cadena industrial. Eso es un retroceso, y es de las cosas que mas se critican (con razón): ¿crees realmente que un examen es la unica manera de evaluar si la gente ha aprendido?, 2) «La revalida es neutral para la igualdad de oportunidades» => No lo dices así pero es tu tesis. Es, como puedes intuir, una tesis esencialmente liberal, de tu cuerda (oye, no te critico, faltaba más, pero pongamosle el nombre que corresponde a las cosas). Una cosa es que todo el mundo tenga derecho a la educación pública, y otra muy distinta que dentro de ese derecho, haya unas reglas de juego que favorezcan mucho más a unos que a otros. La revalida, como «test (finalista) de control de calidad», favorece a aquel que puede pagarse ayuda pedagógica adicional. Por otra parte, me sorprende que digas que «aprovechar la educación» sea un comportamiento independiente del contexto o contorno (favorable o no) en que el educando vive. No es así. Si vives en una familia acomodada, con buenos ingresos y demás facilidades, tienes EN PRINCIPIO un entorno más favorable para llegar más lejos en la educación. Estoy hablando de algo estadísticamente demostrado. Intuyo que la Revalida es un dispositivo que pone las cosas más difíciles a los que ya lo tienen díficil. Seria largo explicarlo en este comentario, pero si quieres, lo hablamos por otro canal. Raúl, los que critican la Revalida no hablan de dar «café para todos» (como tú dices), sino que pueden haber otras formas de evaluar conocimientos, «más natural», menos basada en el paradigma industrial del examen, que ayudaría a gente que vive más apretada. Café para el que se lo merece, pero de otra forma.
    Por cierto, me ha gustado que en tu post no hables solo de «competencias», sino que también añadas siempre «conocimientos» a tus reclamos. Esto me tranquiliza, porque estoy hasta las narices de que se reivindiquen las competencias en detrimento del conocimiento, cuando son dos cosas complementarias y necesarias.

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  3. Veamos.
    No compro lo de que estemos mezclando cosas «por mezclar», porque creo que todas ellas están interrelacionadas. Si la «reválida» no tuviese que ver con la «educación pública», no estaríamos debatiendo nada (cada uno en su casa hace lo que quiere). Como tampoco puede separar se de «qué se evalúa» (porque eso hace que la reválida tenga sentido o sea una gilipollez, si se dedica a evaluar lo incorrecto). Etc. Por lo tanto creo que, por mucho que queramos individualizar los temas, siempre hay conexiones que impiden tratarlos de forma aislada.
    Amalio, voy con tus dos puntos:
    ¿Estamos de acuerdo o no en que tiene sentido «valorar el aprendizaje», y más con una perspectiva de «largo plazo» (más allá del «han pasado evaluaciones trimestrales»?). Yo creo que es fundamental (porque si no, me puedo plantear para qué sirve el sistema educativo). ¿Es un examen la forma adecuada? Estoy más que abierto a aceptar otras fórmulas, claro, pero siempre dentro de ese fundamento de «validar el aprendizaje» (que siempre va a tener ese enfoque de «control de calidad»… porque por mucho que nos centremos en el proceso, si al final el resultado no vale… pues no vale). Ahora, yo sí me cuestiono que si no eres capaz de superar un examen, o si te da miedo… ya me contarás cómo otros métodos van a demostrar que sí, que has aprendido. Digo yo que habrá correlación.
    El segundo tema nos lleva a una discusión general sobre la «igualdad de oportunidades». Nunca va a haber igualdad de oportunidades «strictu sensu». Ni económicas, ni educacionales, ni genéticas. Si en mi casa se leen libros, y en la del vecino no, mi hijo tiene una ventaja. Si yo soy licenciado y mi vecino no, mi hijo tiene una ventaja. Si yo puedo pagar clases de refuerzo y mi vecino no, mi hijo tiene una ventaja. Indiscutible. La cuestión es… ¿hasta dónde es razonable llegar para equilibrar, en la medida de lo posible, esas «desventajas»? ¿Debemos excluir, atendiendo a ese criterio, cualquier tipo de validación del aprendizaje porque somos incapaces de separar el «efecto entorno» y el «efecto responsabilidad personal»? ¿Debemos dejar de exigir unos mínimos? Yo diría que no, diría que ya hay unos mecanismos básicos de «equilibrio» (nunca perfectos) que diluyen el efecto «desigualdad», y que por lo tanto cabe empezar a pedir responsabilidad individual (con todo lo que pueda influir el entorno).
    Esto también nos lleva a cuestionarnos para qué queremos el sistema educativo, incluyendo la formación superior. ¿Queremos excelencia, es decir, que quienes avancen por el sistema lo hagan con capacidad competitiva y de generar riqueza? ¿O queremos «accesibilidad/inclusividad», que todo el mundo pueda acceder, y que no sea demasiado difícil para que todo el mundo pueda avanzar a pesar de las desigualdades, «porque todo el mundo tiene derecho»? Ahí hay una discusión de fondo, que tiene más de técnica que de ideológica (por mucho que nos empeñemos), de cuál es un uso más eficiente de los recursos públicos, cuál es el que da un mayor retorno a la sociedad, cuál es más sostenible a largo plazo… Por supuesto es una gama de grises, no hay «blanco vs negro», pero son dos variables (tres, sumando el coste) que hay que equilibrar.
    Cierro el comentario estando de acuerdo con Alberto, y seguro que contigo también. Hay que darle muchas vueltas a esto, y buscar consensos, y hacerlo en la medida de lo posible desde planteamientos técnicos (y siempre habrá algo de ideología, pero creo que hay un espacio enorme de entendimiento siempre que haya voluntad). Y el problema es que la educación en España siempre se plantea como «campo de batalla ideológico» (muy dado a la manifestación, al slogan, a la caricatura y al argumento peregrino), por lo que es imposible avanzar. Y lo que más me jode es que estamos atados a lo que haya (de un color o de otro) con poco margen de maniobra para hacer las cosas distintas.

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  4. Estoy muy de acuerdo con Amalio. Las reválidas no son el mejor método para mejorar la educación. Llevado al extremo, si me hacen un examen al final de 5 años de ingeniería preguntando por material de todas las asignaturas suspendo seguro, yo y prácticamente toda la clase. De lo aprendido queda un poso, unas estructuras mentales y la manera de aprender, que es lo más importante. También hay un problema muy serio con la igualdad de oportunidades. Creo que al menos hasta la universidad no se debería exigir excelencia técnica y fomentar más la exclusividad. El ambiente afecta mucho en general, pero si ya hablamos de chavales completamente dependientes de sus padres, y con poca información que no venga de ellos, puff.

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    • Me parece, Raúl, un planteamiento interesante. Si el resultado final que buscamos con una carrera universitaria (en realidad de todo el sistema educativo) es «un poso, unas estructuras mentales, una manera de aprender» (cosa con la que puedo estar muy de acuerdo)… ¿lo estamos haciendo de la manera óptima? ¿Podríamos hacerlo de otra manera, cambiando metodologías, enfoques, etc.? ¿Incluso replanteando la duración del proceso? En ocasiones tengo la sensación de que «matamos moscas a cañonazos», es decir, planteamos un viaje largo y difícil para llegar a un destino que, quizás, podríamos alcanzar con un viaje más ágil. En ese mismo paquete nos podríamos plantear qué sentido tiene «apretar» a los chavales más jóvenes (yo sería más partidario de una educación más «montessoriana», de desarrollo integral de las personas, adecuada a sus intereses y su personalidad, etc, etc).
      En fin, como decía, todo esto es la misma discusión: replantear el sistema educativo pensando qué es lo que queremos obtener y cómo es la manera más adecuada de hacerlo.

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  5. Sobre la igualdad de oportunidades: 1) Por supuesto que nunca habrá una igualdad de oportunidades” perfecta. Se plantea como un objetivo en el horizonte, del que estamos muy lejos hoy de haberlo conseguido (asi que discrepo de tu valoración optimista), 2) Se trata de modificar todo lo que se pueda hacer desde el sistema. Siguiendo el ejemplo que pones, como el sistema sabe que hay familias donde por las razones que sean no estimulan a los niños a leer libros, intenta compensar eso provocándolo en el colegio, 3) Nadie dice, ni siquiera los que se manifiestan contra la Revalida, que haya que «excluir cualquier tipo de validación del aprendizaje», ¿de dónde te has sacado eso, Raul? Lo que se está cuestionando es el método, que eso se haga con un test de golpe, de todo o nada, y cuestionarse eso me parece bastante razonable, 4) El efecto «desigualdad» no está diluido, ni de coña (con perdon). El sistema puede hacer mucho más por eso, 5) Planteas la cuestión de la «Igualdad de oportunidades» como algo incompatible con «pedir responsabilidad individual» y no es así. A más haga el sistema por esa igualdad, más responsabilidad individual puede pedir, porque pedirla es más justo. Otra cosa es (y esa es la cuestión), ¿cómo exigimos esa responsabilidad? La discusión es esta, el método de cómo lo hacemos, y a mí me parece que tú haces la guerra desde la idea de que no se quiere pedir responsabilidad. Eso marca mucho tu linea argumental.

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    • Amalio,
      1-2-4. Podemos plantear si estamos más cerca o más lejos, si el efecto está diluido o no. Yo parto de la base de que hay un sistema educativo universal, gratuito (con sus matices, pero en esencia…) y además «obligatorio» (del que yo no me puedo salir ni aunque considere que puede haber alternativas mejores). Los chavales se pasan la mayor parte de su tiempo compartiendo espacio, metodología, recursos. Luego sí, en su casa cada uno tiene sus circunstancias. ¿Cuáles son los caminos para conseguir «mayor dilución de la desigualdad»? No tengo ningún problema en seguir explorando esa vía, aunque volvemos a lo de antes: todo tiene un coste, y hay también un debate de fondo sobre libertad-intervencionismo que desde luego puede llegar a incomodarme.
      5. Bueno, parece que esa dicotomía la estás estableciendo tú… cuanta más igualdad, más responsabilidad individual se puede pedir. Como consideras que hay demasiada desigualdad, entiendo que te parece mal pedir responsabilidad individual (porque hay muchos factores «del sistema» que influyen). Al final es cuestión de modular esos dos factores, de considerar si hay «suficiente igualdad o no», y a partir de ahí si se puede en consecuencia «exigir responsabilidad o no».
      3. Vuelvo a lo que decía antes: exploremos otras vías, me parece perfecto. Yo el argumentario que he escuchado va desde la caricatura de las «reválidas franquistas» o «el ataque a los obreros», al «ya pasamos evaluaciones trimestrales, por qué nos piden demostrar otra vez las cosas». «¿Qué es lo que queremos validar?» (insisto, para mí saberse la clasificación de las plantas en función de su tipo de reproducción es el tipo de cosas que no me parece que tenga sentido validar) debería ser la pregunta que nos llevase a definir «cómo lo queremos validar» y en realidad «qué enseñamos y cómo lo enseñamos». ¿Es la «reválida» tal y como está concebida el formato adecuado para esa validación? Acepto que puede ser que no ¿Hay otros? Pues venga, al lío.
      Me gustaría, en última instancia, volver al planteamiento original del post. Me parece que lo importante no es la reválida sí o la reválida no, si no el replanteamiento del sistema educativo. Dentro de ese replanteamiento general, que validemos si el sistema cumple con su objetivo de que, al final, genere «alumnos preparados» me parece un factor importante. Si estamos de acuerdo en esto, luego nos ponemos a discutir el formato.

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      • Y añado: esa «validación» me parece fundamental no ya como «certificado de calidad» del alumno, si no como «certificado de calidad» del proceso. Porque luego tenemos una validación en la vida real, que es el mundo profesional. Si estamos gastando una cantidad ingente de recursos en un sistema educativo que «no vale», estamos haciendo el canelo.
        Y no es que tenga una visión «utilitarista» de la educación; pero no podemos obviar, al final, la cuestión de la sostenibilidad.

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