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Señores mayores que exploran Snapchat

Aun a riesgo de acabar siendo «otro caso de adulto que intenta entender Snapchat«, me dispuse hace unos días a explorar esta herramienta de comunicación móvil que lo está petando en los últimos meses, especialmente entre la chavalería, y en la que han puesto los ojos todos los «gurús digitales» (donde hay chavalería, hay negocio y hay que ver por dónde meterle mano).
snapchat
Yo, a diferencia de los que están en el sector, no tengo un interés crematístico en esta exploración. No tengo clientes a los que asesorar en el uso de Snapchat, ni marcas a las que «colar» en la fiesta a ver si pillan cacho. Exploro por explorar, como hacía antaño con los blogs, o con el twitter, o con los videoblogs… una sensación rara, porque hace tiempo que me he bajado del tren de «estar a la última» (y de hecho, pionero lo que se dice pionero tampoco soy, pero bueno).
Empecemos por el principio. ¿Qué es Snapchat?

  • Básicamente, una aplicación para mandarse mensajes uno a uno
  • Los mensajes pueden ser fotos, videos cortos…
  • Las fotos y los vídeos pueden ser «embellecidos» con texto, con «stickers», pintando sobre ellas… ah, y con filtros (ponerse cara de zombi, o de perrito, o de…)
  • Los mensajes «se destruyen automáticamente» una vez que el destinatario los lee
  • Aparte de las conversaciones individuales, se pueden publicar los mensajes en tu «story», una especie de tablón público donde cualquiera puede verlos… eso sí, solo durante 24 horas.
  • Y luego hay una sección «Discover», con una serie de canales ofrecidos por la propia herramienta, con contenidos «de marca» elaborados «al estilo Snapchat». Una forma de dar contenido a los chavales en su lenguaje y en su aplicación  que parece que está funcionando bien.

Visto esto… ¿dónde está la gracia? Francamente, no lo sé. No sé por qué esta aplicación ha cuajado y otras no. No veo ninguna funcionalidad que me parezca definitiva. Y sin embargo ahí está, los adolescentes y postadolescentes lo han adoptado casi como un standard de comunicación. Supongo que construye sobre la cultura del selfie, y viene al pelo en esa etapa de la vida en la que «la conexión con tus amigos» es lo más importante. Snapchat es la herramienta, pero la necesidad de autoafirmación y de conexión es el motivo que la alimenta, tan viejo como el mundo.
Sin esa motivación no es posible «entender» Snapchat. Yo hace ya muchos años que pasé esa etapa (y francamente, creo que ni siquiera entonces fui muy «adolescente»), por lo que la dinámica de Snapchat me resulta muy ajena. Entre mis «amigos de Snapchat» solo hay un puñado de cuarentones frikituiteros, y ya estamos mayores para relacionarnos con pegatinas y selfies. No soy adolescente, así que no voy a usar ninguna herramienta «como los adolescentes». Ellos ahora usan Snapchat, como los de hace unos años usaban el messenger, como los de antes se pasaban la tarde en un banco del parque.
Ahora bien, hay una funcionalidad que me está llamando la atención, y es la de «my story». La posibilidad de contar algo a base de snaps, pequeñas escenas con las que conformar una pequeña historia. Es como hacer un vídeo pero de forma muy ágil, mezclando escenas en movimiento con imágenes fija, rótulos para añadir información, detallitos graciosos en forma de stickers… tacatacataca, muy «picadito» como dicen en la tele. Lejos de la «solemnidad» de grabar un video para Youtube (donde o haces «plano secuencia» o ya te ves obligado a editar previamente el video), mucho más ágil que la retransmisión en streaming al estilo Periscope, mucho más rico que una mera sucesión de imágenes, con un punto desenfadado y por eso mismo cercano. He hecho un par de experimentos al respecto, y creo que es algo que podría tener posibilidades. Por ejemplo, esta chorradilla grabada al hilo del post que escribí el otro día sobre los robots y el futuro del trabajo.


En este sentido, algunas consideraciones:

  • La forma de crear las historias es añadiendo snaps de forma secuencial. Esto podría considerarse un handicap (no puedes «preparar las escenas», si no que tienes que ir grabando y añadiendo en el orden definitivo), pero también ayuda a darle frescura al resultado final. No se trata de hacer la gran película americana, solo de contar una historia rápida.
  • Lo de que las historias «caduquen» a las 24 horas nos suena raro, hasta agresivo. ¡Yo quiero mi archivo histórico! Y sin embargo, como ya he dicho en alguna ocasión, lo de los «archivos» es más una ilusión que otra cosa: en twitter, en los blogs… los contenidos tienen visibilidad en el momento de publicarse; después, por muy archivados que estén, nadie se molesta en verlos.
  • Tienes, claro, la limitación de «tu audiencia en Snapchat». Pero vamos, como en cualquier red anterior: los posts de tu blog solo los ven quienes te siguen, tus tuits por muy ingeniosos que sean no los ven más que tus followers, etc. Creo que se puede «compartir historia de otro usuario», pero no estoy del todo seguro.
  • Aun así, las historias se pueden exportar (y así compartirlas en otros lugares, por ejemplo). No es un proceso muy sencillo (básicamente porque las historias no están individualizadas: tu historia son todos los snaps de tus últimas 24 horas, da igual si tienen conexión entre sí o no) y te obliga a dar dos o tres pasos, pero poderse hacer se puede.
  • Eso sí, esto no es apto para señores con demasiado sentido del ridículo; aquí se viene un poco a hacer el ganso, a poner caras. A quitarse un poco el almidón de lo «impecable» y del «qué pensarán».

¿Seguiré usando Snapchat? Pues vaya usted a saber. Recuerdo cuando dije que twitter me parecía una gilipollez y mira, 7 años y 35.000 tuits allí sigo. Puede que sí, o puede que no, el tiempo lo dirá.
Si alguno quiere añadirme, allí soy raulherngonz

1 comentario en “Señores mayores que exploran Snapchat”

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