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Simplificadores vs optimizadores

Scott Adams dedica en su libro «How to fail at almost everything and still win big» un apartado a tratar la diferencia entre lo que llama «optimizadores» vs «simplificadores».
El primer perfil, el de los «optimizadores», es aquel que busca aprovechar cada instante, cada oportunidad, cada detalle… para sacar el mayor partido a las situaciones. Aunque eso suponga incrementar más que proporcionalmente el riesgo de que algo salga mal o el estrés derivado de atender a múltiples circunstancias. Por contra, el «simplificador» se centra en pocas cosas a las que dedica más atención, que trata con un mayor margen de maniobra para evitar riesgos y sobreesfuerzos.
En términos paretianos, el «simplificador» es el que se queda más que satisfecho consiguiendo el 80% del resultado (que solo le ha supuesto invertir el 20% del esfuerzo), mientras que el «optimizador» es el que no acepta quedarse lejos del 100% y por ello está dispuesto a hacer ese 80% adicional de esfuerzo. Uno está tranquilo haciendo sus «vital few», mientras que el otro no descansa hasta hacer los «trivial many». El «simplificador» se ocupa de las «piedras grandes» (y las pequeñas si caben bien, y si no pues tampoco pasa nada), y el «optimizador» sufre por cada piedra que se queda fuera.
El «optimizador» es ese que tiene su agenda montada en bloques de 15 minutos, al «simplificador» le basta con tener claras sus tres o cuatro tareas importantes para el día. Al «optimizador» le gusta llegar con el culo pegado al aeropuerto, mientras habla con el móvil, mientras que el «simplificador» prefiere llegar con un buen rato de antelación y leer tranquilamente un libro mientras espera.
Notaréis, por mi forma de describirlos (y por lo que me conozcáis algunos), por cuál siento más simpatías. Yo soy claramente un «simplificador», es más, diría que estoy genéticamente incapacitado para ser «optimizador». Pasar de ese 80% a ese 100% me hace perder el interés, me desgasta, me estresa. Puedo entender (a duras penas) que haya personas distintas, y seguramente es necesario en el mundo ciertas dosis de «optimizadores»… pero yo no estoy entre sus filas.

3 comentarios en “Simplificadores vs optimizadores”

  1. Coincido plenamente con tu valoración, también me defino como «simplificador». Aunque, como dice Ant, entiendo diferente lo simple de lo sencillo. El matiz es sutil pero importante.
    Últimamente, no deja de sorprenderme la gente que se autodenomina como «perfeccionista». Lo traumático es que tenemos una tendencia natural hacia la complejidad y no valoramos lo suficiente lo que nos cuesta en términos de coste-beneficio.
    Hablé hace algún tiempo del concepto de «razonablemente bueno»: http://alfonsoromay.com/2014/03/razonablemente-bueno/
    En algunas ocasiones, puedes dejar todo niquelado, otras será imposible. Hay que enfrentarse a que tengamos que hacer algo cutre. No se trata de ocultarlo, sino de reconocer que puede ocurrir. Encontrar tu punto de razonablemente bueno, supone ahorrar mucho tiempo y esfuerzo.

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