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O delegas, o no delegas

«Delegar» es una de las habilidades más difíciles de desarrollar para un directivo. Supone «perder el control», y en muchas ocasiones asumir que las cosas no se harán exactamente como uno las habría hecho. Y eso es algo que a muchos les (nos?) supera. Ya lo dice el refrán, «si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo». El problema es que «tú mismo» puedes hacer un número limitado de cosas con tu tiempo, con tu atención. Para un directivo-tipo, con múltiples proyectos a los que atender, es imposible supervisar todos los detalles, estar en todas las reuniones, leerse todos los correos…
Y sin embargo son muchos los que se empeñan en moverse en esa zona intermedia del «delego, pero quiero mantener el control» o bien «controlo, pero no puedo entrar en los detalles». Una zona nefasta para el éxito de los proyectos (que se ven abocados en muchas ocasiones al «cuello de botella» que supone el directivo sin tiempo), y también para el espíritu de los colaboradores. No hay nada más desmotivante (al menos para mí) que el hecho de que te encarguen un proyecto sin demasiadas instrucciones específicas, lo desarrolles según tu criterio y que luego te digan «no, así no era; hazlo otra vez… como yo lo haría». O que te digan «tira millas», y luego te digan «por qué tiraste millas sin mi autorización».
Me temo que no se puede «delegar a medias». O se delega (y entonces asumes tu rol; das instrucciones claras pero luego asumes la propia capacidad de tu equipo para tomar decisiones dentro de los criterios marcados y aceptas el resultado como propio aunque no sea exactamente lo que tú esperabas), o no se delega (y entonces se dedica el tiempo necesario a la supervisión, la gestión de los detalles, el control…). Las medias tintas, en este caso, no traen nada bueno.

9 comentarios en “O delegas, o no delegas”

  1. Tenía que comentar, porque me he visto completamente representado en esa desmotivación de la que hablas. Idéntico, te dicen que hagas algo para luego cambiarlo todo y hacerse según el criterio del jefe (que para colmo te dice que tú eres el que tiene que pensar, que para eso te paga). En fin, un poquito de desahogo… pero este viernes firmo mi declaración de independencia y me voy de la empresa. Gracias por seguir escribiendo en tu blog de vez en cuando. Siempre me he visto bastante reflejado en tu forma de pensar y tus experiencias. Un saludo.

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  2. @José Arahal: a algunas reuniones con los jefes dan ganas de entrar con grabadora, ¿eh?
    Mucho jefe digodiego obturador del correcto flujo de un proyecto con sus reticencias a delegar. Poco jefe «inprendedor» que se arriesgue a perder todo el control en aras de un bien mayor.

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  3. Muy de acuerdo contigo Raúl,
    Comparto la idea de que delegar tiene que ser con todas las consecuencias, asumiendo los resultados. Por eso creo que no solamente es necesario saber delegar sino también conocer muy bien al equipo con el que trabajas para que los resultados sean acordes a lo que tu esperas de ellos. Así podrás delegar tareas en las que puedes predecir el resultado de antemano.
    Si confías en un equipo pero no le conoces, el resultado será aleatoriamente bueno o malo.

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    • Estoy de acuerdo en lo de conocer a los equipos. Es más, no solo conocer, sino «haber formado». Para una delegación efectiva hay que haber dedicado tiempo (probablemente más que si nos limitamos al «ya lo hago yo, que sin mí no sabéis hacer nada) a poner a esos «delegados» a punto. La ventaja es que, si se hace bien, el nivel de autonomía crece rápidamente… es decir, que es una «inversión de tiempo» clarísima. Pero claro, como «no tenemos tiempo»…

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  4. Estoy completamente de acuerdo con Enrique, cuando te imponen el equipo estas obligado a controlar tu todo, porque al que van a evaluar es a tí.

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