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Dejar de leer la prensa generalista

Hace tiempo que le vengo dando vueltas a esta idea: eliminar la prensa generalista (llámese El Mundo, El País o El Confidencial, que son los tres que leo con más frecuencia) de mis lecturas diarias. Ocurre que, con cierta frecuencia a lo largo del día, me encuentro conectándome a cualquiera de ellos (o a todos en rotación) a ver «qué ha pasado en el mundo». Y total… ¿para qué?
Esta idea está en total consonancia con la «dieta hipoinformativa» que mencionaba Tim Ferriss en su «Semana laboral de cuatro horas» (y de la que ya he hablado anteriormente). El razonamiento es sencillo: ¿suelo encontrar algo, en mis visitas a esos lugares, que me sirva de algún modo para avanzar en mis objetivos, sean profesionales o personales? La respuesta es, el 99% de las veces, un NO con mayúsculas. Y sin embargo, al cabo del día acabo dedicándole un buen puñado de minutos a ojear la portada, a leer esta noticia que me ha llamado la atención, o qué se yo.
Ejemplo de ahora mismo, noticias en la portada de El Mundo: discusiones sobre la posible prohibición de fumar en lugares públicos, Obama y el embargo a Cuba, Obama y el sistema financiero internacional, el partido de España en el Eurobasket, que Solbes deja el Congreso, que Evo Morales visita al Rey, un juicio a un asesino, traducción voz-lenguaje de signos, un asesinato en Estados Unidos, un niño de 7 años que atropella a una mujer, algo sobre Zelaya y Honduras… ¿veis a lo que me refiero? Ninguna de estas informaciones me va a permitir hacer mejor, o más rápido, ninguna de las cosas que tengo que hacer para progresar. Absolutamente ninguna.
«Hombre, es que tienes que saber en qué mundo vives«. Bueno, ésa es una cuestión discutible. En primer lugar, porque «el mundo en el que vivo» es infinitamente más amplio (e inabarcable) de lo que dicta un determinado medio con sus intereses editoriales. Así que leerles no supone «saber en qué mundo vivo», sólo una serie de píldoras que alguien (atendiendo a sus intereses, no a los míos) considera relevantes y que muchas veces, con el tiempo, se demuestra que no lo eran (¿cuántos de los debates que más tinta han hecho correr quedan en el olvido unos pocos meses después?) cuando no se descubren como totalmente artificiales o falsos. Y segundo, porque «el mundo» que me interesa es precisamente el que me afecta de una forma más directa, es decir, el tiene algún impacto en la vida que llevo o sobre el que yo puedo actuar de alguna forma. Y resulta que las noticias de la prensa generalista no suelen cumplir ninguna de esas condiciones: ni alteran en nada «mi mundo», ni puedo hacer nada al respecto.
Así que en ésas estoy. Igual un día pongo las direcciones de la prensa generalista en una lista negra para no acceder a ellas. Seguro que aprovecharé mucho mejor el tiempo.

21 comentarios en “Dejar de leer la prensa generalista”

  1. Estoy muy cercano a tu planteamiento, y desde hace mucho tiempo para mí la prensa generalista es más cultura general, contenidos de conversación y socialización, y ocio. Lo que pasa es que esos intereses están siendo cubiertos por los contenidos que ofrecen otros muchos sitios en internet…
    Otro debate interesante, éste más técnico, es hasta qué punto la lectura de depende qué temas, ya sean en mass media o en social media, es útil y productiva para nuestra vida personal y sobre todo profesional.

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  2. La cuestión es, Alfonso, cuánto tiempo debemos invertir en nutrirnos de esos temas «de socialización». Porque si al final estamos dedicando muchos minutos para tener algo de que hablar en el ascensor o con el camarero en el bar… resulta una inversión un poco ruinosa. Además, puestos a socializar, igual lo podemos hacer sobre otros temas que sí nos interesen (que también pueden ser de ocio; pero ocio «enfocado» por nosotros, no por otros).
    Creo que el filtro de «¿esto es útil o no?» es bastante fácil de aplicar si somos un poco sinceros con nosotros mismos. Es similar a lo que ocurre con documentos antiguos (¿vale la pena guardarlos cuando hace años que no ven la luz? ¿para qué?). Lo que pasa es que somos muy de engañarnos, y a pensar que algo «quizás algún día» nos pueda servir y por eso lo guardamos «por si acaso». Pues con los «conocimientos» de actualidad pasa un poco igual.

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  3. Yo hace un par de años que leo religiosamente el Economist (el de verdad, el inglés) cada semana para estar al día de lo que pasa con análisis serios y profundos. Y leo webs para la paranoia del momento sin análisis. Los diarios no me añaden nada, aunque los ojeo de avión en avión, y solo encuentro cotilleos, consejos ridículos e ignorantes hablando (mal) de política y economía.

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  4. Intuyo por tu twitter que finalmente has cumplido la amenaza. La verdad es que no solamente la prensa generalista es la fuente de esas distracciones que tan poco aportan a nuestro trabajo. Pero en fin, por algo se tiene que empezar. Yo tengo permanentemente la sensación de : ¿y esto me será útil alguna vez?. Por cierto estoy totalmente de acuerdo con Alfonso en que leer prensa generalista es más bien para socializarnos y tener temas de conversación. Pero supongo que un vistazo rápido al día es más que suficiente.

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  5. Sin duda un debate interesante el que planteas.
    Yo tengo la misma sensación de un tiempo a esta parte, entrar a los medios generalistas sin mucha más ambición que la de «ver qué hay por el mundo» sin una sensación firme de cercanía en cuanto a la información.
    Un saludo

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  6. Sintiéndolo mucho, yo no estoy de acuerdo 🙂
    Creo que es importante saber lo que ocurre en el mundo, aunque no nos afecte de manera directa. Y tampoco podemos buscarle una utilidad práctica inmediata, la información y el conocimiento no siempre la tiene, ni tiene por qué tenerla, pero no por ello sobra.
    Al igual que conocer la Historia considero que es fundamental, también lo es lo que ocurre en la actualidad. Otra cosa es que la prensa generalista sea cada vez de peor calidad, en lo que estoy bastante de acuerdo. Posiblemente lo que haría falta es que los diarios no sean tan extensos ni traten tantas noticias (muchas de ellas vacías y poco o nada importantes). Aun así, reconozco que yo también leo cada vez menos la prensa generalista, pero no porque no me interese lo que ocurre en el mundo, o porque crea que no es importante, sino porque sencillamente cada vez me informa menos. Cada vez las noticias son menos rigurosas y más superfluas.
    Por suerte aun quedan publicaciones bien escritas, serias y que tratan temas en profundidad, como es Le Monde Diplomatique.

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  7. Al final lo que estoy defendiendo es una forma distinta de enfocar el consumo de información / adquisición de conocimientos. Que sea una tarea proactiva y consciente, con límites definidos por un objetivo: «quiero conseguir el objetivo X, y para hacerlo voy a buscar la información Y y a adquirir el conocimiento Z». Vale que el objetivo sea profesional, personal, o de puro enriquecimiento cultural (si queremos; y si no queremos, pues no).
    Y cuando hayamos decidido qué información va a ser relevante para nosotros, busquémosla en fuentes fiables, que nos ofrezcan rigor, profundidad, etc.
    Y ahí coincido en parte con Pablo: los medios generalistas no entran en ese proceso. Porque gran parte de lo que tratan es absolutamente irrelevante (lo miremos como lo miremos), y otras cuestiones que podrían llegar a ser relevantes están tratadas de una forma tan superficial, anecdótica y poco rigurosa que no merecen la pena.
    En todo caso, creo que sigo discrepando en el carácter «fundamental» de estar al día de la actualidad. No lo es. Podríamos seguir nuestra vida perfectamente sin tener ni puñetera idea de lo que pasa en Honduras, en Irán, en las filas internas del PP o del PSOE… de hecho, así es la mayor parte del tiempo: en la medida en que los medios no tratan un tema (y tendríamos que plantearnos en función de qué hay temas que saltan a los medios y otros no, o por qué lo que hoy es portada mañana cae en el olvido más profundo) queda fuera de nuestro radar… y nuestra vida sigue exactamente igual.

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  8. Pues la verdad es que tienes razón, llevo tiempo notando que mi ancestral revision de las webs que mencionas redunda en nada, al final acabo dándole a la sección Rosa 😉 e incluso los domingos ya ni lo miro a pesar de tenerlo delante. Por contra las el tiempo en revisando meneame, y sobretodo twitter y greader me genera una sensacion de información y de estar al día de lo q me importa mucho mayor.

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  9. Llevas razón. Voy a estar una semana sin hojear -con hache- El País y El Mundo.
    Llevas toda la razón. Te doy toda la razón y voy a practicar de una vez por todas ser funcional mientras navego en internet.
    Gracias.

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  10. La prensa diaria habla de todo menos del día a día. La prensa me aburre, no me enseña nada; lo que cuenta no me concierne, no me interroga y ya no responde a las preguntas que formulo o que querría formular.
    Lo que realmente ocurre, lo que vivimos, lo demás, todo lo demás, ¿dónde está? Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?
    (…)
    Quizás se trata finalmente de funda nuestra propia antropología: la que hablará de nosotros, la que buscará en nosotros lo que durante tanto tiempo hemos copiado de los demás. Ya no lo exótico sino lo endótico.
    Georges Perec, Lo infraordinario, traducción de Mercedes Cebrián para Impedimenta
    Extraído de http://floresazules.tijeretazos.org/

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  11. También puedes dejar de lavarte, al fin y al cabo lo único que consigues es mejorar un poco tu capacidad de socialización, y pierdes mucho tiempo.

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  12. Yo también estoy siguiendo los pasos de Tim Ferriss con la dieta hipoinformativa, aunque no tan estricta. Simplemente me limito a ver los titulares por rss o twitter por si pasa algo importante, que al menos me suene.
    Pero la lectura reposada la dejo para el día siguiente, en papel, y sólo si me sobra tiempo mientras me tomo un café.

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  13. Ah, bueno, si se trata de socializar entonces igual lo que tengo que hacer es dedicar las tardes a ver Sálvame y las noches a ver DEC, para enterarme de los detalles de Belén Esteban o la familia Jurado. Y comprarme las revistas del corazón. Y ver Gran Hermano, que da mucha conversación.
    Ah, no, que eso son chorradas irrelevantes… ¿y es mucho más relevante conocer los detalles de no sé qué asesinato, no sé qué accidente, el viaje de Moratinos a no sé dónde, los resultados del fútbol, que si Gasol y Scariolo se cruzan declaraciones, o las trifulcas parvularias de los políticos?
    Creo que puedo tener una conversación más que interesante sin necesidad de estar al «día» en ese tipo de cosas. Si en vez de dedicar mi tiempo a eso lo dedico a profundizar en otras temáticas (fotografía, música, cine, tecnología, historia, cultura… o información local, mucho más susceptible de generar conversación con la gente de alrededor), voy más que satisfecho (además de enriquecerme personalmente porque soy yo el que decide en qué profundizar).
    Pero es que además, no leer estos medios no significa hacerse impermeable a la información. Lo verdaderamente relevante (eso que «hay que saber») se acaba filtrando antes o después por otros medios. Si hay algo que saber de la Gripe A, me informarán en el colegio. Si hay una película verdaderamente extraordinaria que merece la pena ver, alguien lo comentará. Etcétera.
    Blumm, yo lo que hago en internet es ojear. Hojear me resultaría más difícil con algo que no tiene hojas 🙂

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  14. 100% de acuerdo. Yo también he seguido el consejo de Ferriss y ahora tengo como media horita más de lectura formativa y creativa al día. Es más, estoy poniendo en práctica 15 minutos de lectura motivacional a las 8:45, justo antes de subir a la jungla de la oficina, y se ven las cosas de otra forma. Antes el diario solo me servía para subir indignado de las cosas que leo… Y poco más. De todas formas, como dice Ferriss, de las cosas importantes ya te irán informando los demás 😉

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  15. Estoy de acuerdo, Raúl. Yo hasta hace nada era incluso de COMPRAR prensa generalista (me gusta leer en papel en el metro), y ahora ya paso. El Expansión o el Cinco Días me lo sigo leyendo. La prensa diaria generalista genera cierta adicción. Parece que no puedes dejar de saber lo que está pasando a tu alrededor… hasta que cortas y ves que todo sigue igual.

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  16. Yo el año pasado compraba la prensa a diario. Un buen día, sin embargo, me di cuenta de que los sábados, en vez de ojear el periódico, prefería desayunar mi croissant leyendo mi selección matutina de Google Reader, que contiene las noticias que a mí REALMENTE me interesan (¿alguien conoce algún periódico con una sección fija de «tecnología»?).
    Total, que ese día comprendí que estaba tirando el dinero y hoy por hoy me informo directamente del Reader y del telediario. No noto que ande menos informado, y además no tengo que chuparme a según qué columnista imbécil de los que pululan por la prensa escrita.

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  17. Yo llevo años aplicando con éxito la máxima de no leer, ver o escuchar nada que no me afecte directamente, que no me emocione, que me ponga de mala leche o que me haga entristecerme o amargarme el día. No se nada de deportes, de ningún tipo, ni de la prensa del corazón, ni quien se ha muerto ni quien manda ahora donde. No leo prensa, no veo la tele, no escucho la radio. Encuentro en los libros, en internet y en las personas que me rodean información y deleite suficientes para cubrir mis necesidades sociales ni espirituales. Leo con pasión libros de divulgación científica, de economía y de ciencia ficción; escucho podcast en inglés sobre productividad o cualquier materia que me aporte algún añadido a la vez que refresco el idioma, escucho audiolibros en el coche mientras voy al trabajo y leo miles de artículos en blogs que me interesan y me aportan algo. No creo que esté enajenado de la realidad, disfruto cuando llueve, me maravillo con un pedazo de pan o me emociono escuchando la voz de una cantante o el sonido de un violín. Gracias a la culturilla científica que se me va quedando pegado disfruto doble de cada uno de estas cosas porque entiendo que son regalos y milagros que nos rodean por todos lados. Como decía Borges: a todos todo les es dado, pero la mayoría lo ignoran.

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