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El marasmo del emprendedor

desinflado

Marasmo es, según la RAE, «suspensión, paralización, inmovilidad, en lo moral o en lo físico».
Hoy hablaba con alguien que, recientemente, ha dado el paso de dejar la empresa en la que estaba para lanzarse a impulsar su proyecto. Y me contaba que, desde que se puso con ello en enero, sentía que se le había ido el tiempo sin tener muy claro si había avanzado o no… No me ha costado reconocer la sensación. A mí me pasó cuando, en septiembre, empecé a impulsar la idea de Digitalycia. Otros me lo habían dicho ya en algún momento: «es peligroso, se te pasan los meses sin darte cuenta».
Cuando uno está por cuenta ajena en una empresa en marcha, los objetivos, las prioridades, las urgencias… las marcan otros. Puedes llenar el día «sacando faena» que te marca tu jefe, que te marcan los clientes (ahora una nueva propuesta, ahora una llamada, ahora unas tareas pendientes), o tus compañeros, o la propia empresa… no digo que seas productivo ni eficiente, pero «haces algo». Es como ir en una bicicleta tandem en la que otros dan pedales y tus pies, sin necesidad de hacer esfuerzo, se mueven; puedes dejarte llevar y, aun así, las cosas avanzan. ¿En la dirección correcta? Puede que sí o puede que no, pero al menos no estás parado.
Sin embargo, cuando monta su propia iniciativa (aunque también lo podemos asimilar a quien se queda en el paro, por ejemplo), si tú no das pedales no los da nadie. Nadie marca objetivos ni prioridades, nadie te pide cuentas, no tienes clientes que te exijan. Si te dejas llevar… nada avanza. Empiezas una cosa, la dejas a medias, hoy crees que la prioridad es esto, mañana que es aquello, no sabes por dónde avanzar, te distraes, te entran las dudas y vuelves para atrás, vas, vienes…
Darse cuenta de todo esto cuesta. Algo que a priori es fantástico, porque te permite todos los grados de libertad del mundo, te puede llevar a la parálisis si no aprendes a gestionarte a ti mismo.
¿Cómo? Esfuerzo de planificación, y grandes dosis de disciplina para ejecutar los planes que te marcas. Actuar con uno mismo con la misma exigencia que lo haría un tercero. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo; hace falta llegar a un profundo convencimiento para conseguir dominar la propia voluntad, para dar pedales incluso cuando las circunstancias no invitan a ello, para no dejarse vencer por las dudas o el desánimo.
Hoy, dándole vueltas al tema, he llegado a la conclusión de que es una habilidad que a mí me falta por desarrollar en gran medida. Como dirían en el cole, «necesita mejorar».
Foto | Rob Gallop

6 comentarios en “El marasmo del emprendedor”

  1. Últimamente mi cuenta de Delicious se está llenando de sus artículos (lo cual le agradezco). Lamentablemente nunca he logrado rendir por mi cuenta igual que cuando tenía un jefe, y no sé si hay solución para esto. Sin embargo mi puntito de dispersión actual también es un puntito de calidad de vida extra.
    Saludos.

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  2. Pedro, gracias. Ese equilibrio es muy interesante, dispersión y calidad de vida. Lo importante es no irse demasiado hacia ninguno de los extremos… porque si estamos muy dispersos disfrutaremos de calidad de vida a corto plazo… pero nos jugamos el desarrollo a futuro.

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  3. Hola,
    Yo tengo a veces el mismo problema, sobre todo con los proyectos de desarrollo propio. Por eso he decidido empezar a utilizar un programa de gestión de proyectos, especialmente para los proyectos que no son de clientes, los de desarrollo propio. He escogido uno gratuito y de código abierto. Y basado en web, con multi-usuario. Vamos que estoy con juguetito nuevo. Por si os interesa, http://www.dotproject.net.

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  4. Acabas de ganarte un nuevo suscriptor. He estado leyendo tus últimos artículos y me gusta bastante tanto la temática como la argumentación de los mismos. Felicidades por el blog 😉
    Yo dejé la empresa en la que estaba en Septiembre para ponerme a trabajar en mis proyectos, y muchas veces me ha ocurrido exactamente esto que comentas. Si no pedaleas la bicicleta no se mueve, y aunque avances, si el camino está turvio, parece que no has avanzado lo que deberías.
    Cuando uno es su propio jefe, yo creo que tres cualidades muy importantes son: saber a donde te dirijes, saber cual es el camino para llegar y saber establecer los campamentos base (saber priorizar). Sin estas cualidades, uno corre el peligro de que le coman los lobos por no elegir un buen campamento base, de perderse en la inmensidad del camino, o de acabar en un lugar muy distinto al que se pretendía llegar.
    La verdad es que es un área en la que también necesito mejorar, pero lo primero es darse cuenta del problema 😉
    Un saludo!

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  5. Lucía, interesante. Aunque en el fondo, el problema sigue estando ahí: tú eres el que tiene que alimentar de prioridades a la herramienta, y tú eres el que siempre puede elegir, cuando la herramienta te dice «tienes que hacer esto», si lo haces o no.
    Pau, gracias! Estoy de acuerdo contigo; el primer paso para curarse es reconocer el problema 😀

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