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Tecnología y abogados

Muy interesante el debate suscitado a raiz de la publicación de «El cuento de la lechera 2.0» en El Mundo. Se trata de un artículo donde el abogado Javier Maestre advierte (en un tono un tanto impertinente) contra los consejos de los «expertos asesores en nuevas tecnologías» a los que caracteriza como una especie de pijos tecnófilos que cobran una pasta por dar consejos sin tener ni puta idea (por eso digo que su tono es bastante estúpido). Pero bueno, centrándonos en sus argumentos, lo que viene a decir es que se recomienda el uso de algunas soluciones tecnológicas (ejemplificadas en algunos servicios de Google) que pueden suponer riesgos jurídicos, y de que más nos vale no caer en la tentación de acudir a esas soluciones si no queremos que caiga encima de nosotros todo el peso de la ley.
Reacciones ha suscitado: la respuesta de la propia Google (bastante floja, del tipo «que no, que no, que nosotros somos buenos y por eso tenemos muchos clientes), o esta interesante reflexión de Borja Prieto. El problema es que las respuestas se han dado desde una lógica distinta: uno habla con la lógica de los abogados y las leyes, otros hablan con la lógica de la economía, los negocios, el sentido común… y claro, no tiene demasiado que ver.
Porque si nos vamos a la lógica del abogado, lo que descubrimos es (dejando al margen el tono innecesariamente hostil que ha utilizado) que Mestre tiene razón. Y lo digo porque a mí me ha pasado, cada vez que me he topado con un «departamento jurídico», que se levantan banderas de «precaución» (cuando no directamente de «esto no se hace ni de coña»: hablamos de cosas como permitir comentarios en un sitio, o utilizar feedburner como sistema de suscripción). Y si le dedicas un ratito a leerte las leyes, descubres que es verdad: que lo que tú quieres hacer, según las leyes, no puedes. O que para poder tienes que dedicar horas y horas a hacer documentos, presentar formularios, obtener autorizaciones, inscribir en registros, firmar, compulsar…
Con la ley en la mano (y los abogados no entienden de otra cosa, ni de «sentido común» ni de proporcionalidad ni de nada; sólo el texto de las leyes) las cosas son muy complejas: infinidad de detalles, jurisdicciones… por no hablar del decalaje existente entre los usos sociales y su plasmación en leyes (y más en estos tiempos de dinamismo y globalización).
Y lo podemos ver en cualquier ámbito: fiscal, seguridad laboral, medioambiente, protección de datos… el cumplimiento estricto de todas las leyes supondría un coste ingente de recursos (sólo en abogados especialistas… uy, como Mestre, qué casualidad; por no hablar de personas dedicadas única y exclusivamente a comprobar que todo está bien, a rellenar informes y documentos, etc, etc.). Además, nos dejaría con las manos atadas para prácticamente cualquier decisión; sólo analizar si las decisiones implican algún tipo de riesgo legal llevaría tiempo y dinero, para descubrir las más de las veces que sí, que hay un riesgo (muchas veces por falta de adaptación de las leyes a la realidad) y que mejor no «menearse».
En consecuencia, cumplir estrictamente la legalidad es profundamente antieconómico. Ni podemos quedarnos parados (porque para un abogado es la mejor de las situaciones; no moverse significa no correr riesgos), ni pagar todos los abogados que se supone que habría que pagar (no hay cuenta de resultados que lo soporte, y menos en empresas pequeñas), ni funcionar de acuerdo al mundo que conforman unas leyes que no reflejan la realidad…
Por eso todos nos movemos, en mayor o menor medida, en determinadas «zonas grises», pero siempre asumiendo un cierto nivel de riesgos legales. Pero es que si por los abogados fuera, nunca avanzaríamos. Pero no se puede pretender poner el mundo al servicio del derecho, sino que es el derecho el que tiene que ponerse al servicio del mundo.

17 comentarios en “Tecnología y abogados”

  1. Yo diría que los abogados conocen bien el principio de proporcionalidad, pero sólo se acuerdan de el cuando les conviene 🙂 También creo que los abogados hacen bien en «meter miedo»,de la misma forma que un médico te dice que fumar provoca cancer aunque eso no significa que estes enfermo.
    Otra cosa es el riesgo que quiera correr cada uno. A mi me han enseñado que sin riesgo no hay nada. Y en este caso, me parecería ridículo que un agente de la AEPD vinivese por mi empresa mientras vomistar no deja de mandarme mensajes de spam. Pero eso no quita que existe la posibilidad.
    Por desgracia, no tengo la solución a este problema. Cada uno debe evaluar los riesgos derivados de su actividad, y decidir si son asumibles o no. En la mayor parte de las empresas existen ilegalidades mucho más graves en materia laboral, de seguridad o contable y seguro que nadie se echa las manos a la cabeza. PEro claro, en internet… !todo se sabe!

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  2. Raúl:
    Creo que mezclas dos temas quje si bien tienen puntos de contacto, son claramente diferentes:
    – Tu crítica a la opinión de Javier Mestre.
    – Tu opinión sobre el trabajo de los abogados.
    En cuanto al artículo de Javier Mestre, no he dedicado tiempo a revisar las leyes que menciona ni la interpretación que organismos públicos y tribunales hacen de ellas (y creo que Borja Prieto tampoco, a la vista de su post), por lo que no puedo opinar con conocimiento de causa.
    En cuanto al trabajo de los abogados creo que te equivocas. O al menos creo que tu análisis es injusto.
    En mi opinión la labor de un abogado es analizar la situación (solución, tecnología, servicio…) que se le plantea y hacer un análisis de su viabilidad legal y los riesgos que puede suponer. Y la labor de las personas responsables del negocio es tomar decisiones con la información que se les proporciona (la de los abogados, los técnicos, los consultores…).
    Como en todas las profesiones los hay buenos y malos, que saben de lo que hablan y que no.
    Si el abogado te dice que no hay ningún riesgo y luego pasa algo ¿a quién se va a culpar?
    El abogado no es quien inventa las leyes, es quien tiene la responsabilidad de informarte de que están ahí y asesorarte para que tomes decisiones informadas.
    ¿Por qué tiene la culpa el abogado de que las leyes no se «adapten a la realidad»?
    Dices que para un abogado quedarse parado es la mejor de las situaciones ¿por qué? Yo creo que todo lo contrario: cuanto más te muevas y más riesgos asumas más posibilidades va a tener de facturarte por sacarte de líos.
    Yo creo que, formas y conclusiones aparte, el artículo de Mestre destaca una realidad: no está claro el entorno legal en el que nos movemos en todos estos servicios a través de Internet que se prestan desde diferentes países. La legislación es fundamentalmente nacional, y la realidad a la que nos enfrentamos es claramente internacional. Los requisitos que esas leyes nacionales establecen para ciertas cosas pueden ser (son en muchos casos) diferentes en los diferentes países que se pueden ver envueltos en la situación.
    Yo lo veo como una llamada de atención, y creo que es muy procedente.

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  3. Seve, estoy de acuerdo con que cada uno tiene que valorar sus riesgos…
    Alberto, el problema es cuando los abogados mandan más que los que toman la decisión. P.j. gran empresa, con servicio jurídico propio, en el que no se da un paso si «servicios jurídicos» no lo autoriza. En ese caso (que es el que a mí me ha escocido en ocasiones) de nada vale la opinión del cliente interno; si servicios jurídicos dice que no, es que no. Y unos servicios jurídicos internos sí que tienen un interés claro por «no menearse», por incurrir en los menores riesgos posibles, por que nadie se meta en líos.
    Obviamente el cuadro de «yo te indico los riesgos, tú decides» es lo ideal. Pero hay una parte de la profesión que no juega a eso, sino a «como hay riesgos, no te muevas».
    Pero sí, concedo que me he fijado demasiado en un tipo de abogados y que he generalizado equivocadamente.
    En cuanto a Mestre, yo no veo su artículo como una llamada de atención. Una llamada de atención debería haber incluído una reflexión sobre si el entorno legal se ajusta o no a la realidad del mundo actual, una cierta autocrítica, alguna propuesta de solución… pero (tal y como yo lo he interpretado) me ha sonado a «no hagáis caso de nadie más que de los abogados, anda, que si no se os va a caer el pelo».
    No son los «consultores» los que obligan a los clientes a ir por determinado camino; es la realidad económica en un mundo globalizado la que lo hace. Pero de eso Mestre no ha dicho ni pío…

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  4. El problema en sí son las leyes más que los abogados, tomemos por ejemplo la LOPD (desarrollada en la LSSI) si la seguimos a rajatabla el tratamiento automatizado de los datos sería totalmente inviable y ni hablamos de Internet que por su propio carácter (técnico) descentralizado, hace imposible tener garantías al 100% de dónde están los datos en un instante preciso.
    Estar indefensos como ciudadanos tampoco es una opción pero se encesita mucha precisión (y conocimientos) para aplicar esas leyes con el rigor suficiente para que cumplan su función pero no detengan el desarrollo de los sistemas de información, máxime cuando Internet no entiende de fronteras y en otros países tienen reglamentaciones más laxas que las nuestras

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  5. Todo me parece bien, pero añado dos notas de mi visión particular:
    – El departamento jurídico interno sabe a qué se dedica su empresa y trabaja en hacer posible jurídicamente el producto o servicio que interesa comercialmente. No se trata de un punto estático que puede tirarte el servicio a la basura por capricho sino de parte del desarrollo del producto o servicio.
    – Cuando he tenido que acudir a juicios como perito o testigo de temas técnicos, mi percepción es que, por mucho que los abogados muevan las comas de los contratos a su favor o interpreten lo que les parece en cada momento, los jueces se guían por el sentido común e intentan abstraerse de leyes que muchas veces han quedado obsoletas o cuya aplicación resultaria en perjuicio del hecho que querían defender.

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  6. Raúl:
    Si el departamento jurídico interno de una empresa manda más que quienes la dirigen es un problema de la empresa y de estos gerentes, no de los abogados ¿no?
    Yo por mi parte reconozco que ver el artículo de Mestre como una llamada de atención requiere de un ejercicio voluntarista por parte del lector, y que para que sea obletivamente así le falta lo que tú señalas.

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  7. El fascinante mundo corporativo, qué te voy a contar… el problema no es «el que las dirige» (que ese manda más siempre), sino «los que trabajan» (que pueden estar dos, tres, cuatro o cinco niveles por debajo). Y más que esos manda cualquiera 😀

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  8. Los gobiernos no pretenden que se cumplan siempre las leyes. Es curioso pero es así: el propósito de las leyes es que la masa siga dentro de unos parámetros generales; si la cosa se va de madre, se actúa.
    Hay un libro muy interesante de Foucault, de los cursos que dio en el College de France: «Seguridad, Territorio, Población» que da una perspectiva sobre las diferentes formas de gobierno y de hacer las leyes (sistema de justicia, sistema de disciplina, sistema de seguridad). Es una lectura «dura» pero bastante amena. La recomiendo para los que estén interesados en verle las tripas a la forma de funcionar de los gobiernos y de las leyes.

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  9. Como bien dices es el derecho el que tiene la función de adaptarse a la realidad. La creación jurídica no es algo estático e inamovible, sino que en esencia, para cumplir con su finalidad natural, debe adaptarse a la realidad, a los cambios y usos sociales, garantizando unos principios y libertades fundamentales, ese es el margen en el que tenemos que movernos.
    Que nos encontramos en la actualidad? que la tecnología y la sociedad que aprende, vive y comunica en torno a ella, va marcando cambios en algunos casos, de alcance por ahora imponderable, hay que seguir el camino que se abre frente a nosotros, cumpliendo la Ley en lo importante y luchando entre todos para que se modifique en lo que queda obsoleta, al menos yo lo veo así.

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  10. Entre la reflexión de Raúl y los comentarios, creo que habéis dejado el tema «visto» y poco más se puede añadir. Contaros simplemente que yo he tenido que ejercer ambas funciones: por un lado, la de técnico jurídico y paralizar un proyecto porque iba tan en contra de la LOPD que hubiera supuesto, en el caso de inspección-denuncia, infracción muy grave con su multita de entre 300.001 – 600.000 euretes aparejada; y por otra parte, como responsable de determinados proyectos, la de sacar algo en plazo, sea como fuere, y pasando por encima de cualquier óbice normativo y de los «fastidiosos» picapleitos del Dpto Legal.
    Curiosamente yo inoculé ciertos «terrores jurídicos» a mis compañeros de proyectos y ellos me inculcaron un poco de «filosofía del riesgo».

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  11. Creo que habéis dicho muchas cosas y poco mas se podría añadir.
    Yo he tenido la suerte o la desgracia de estar en los «dos lados» y lo que puedo decir es que desde la asesoría jurídica me limitaba a informar de los riesgos y el CEO después decidía asumirlos o no.
    Desde el otro lado, quizá porque ya tenía aprendida la lección del riesgo jurídico, valoraba mas concienzudamente la asumción del posible riesgo.
    Pero, lo que si he de dejar muy claro que nunca, en ningún momento, la asesoría jurídica era quien tomaba las decisiones. Es mas, muchas veces se forzaba a la Asesoría a emitir dictámenes que digamos, «gustaran» al departamento técnico.

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