Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


Prejubilada a los 57

AbuelaNacida en mayo de 1949, mi madre no ha cumplido aún los 58 años. Lleva desde los 18 trabajando para una entidad financiera, una Caja de Ahorros. Es decir, casi 40 años. Hoy, 31 de enero, ha sido su último día de trabajo. Como tantos otros, prejubilada.
Hablaba con ella a mediodía. La he llamado al teléfono de la oficina por última vez, el teléfono que durante tantos años fue la vía de contacto al llegar del colegio. «Mamá, ¿qué hacemos de comida?». Hemos charlado un rato corto, porque todavía tenía que terminar alguna cosilla antes de irse al convite «fin de fiesta». Pero en ese ratillo, he notado cómo la emoción se le desbordaba por la voz…
Cuarenta años son muchos. Tantos como para haber conocido mucha gente y muchas situaciones. Para haber conocido la empresa cuando aquello era «otra cosa», más parecida a una gran familia donde todo el mundo se conocía que al monstruo impersonal en el que se ha convertido. Me contaba dolida cómo los trámites de la prejubilación han sido fríos y secos, como si los hubiera ejecutado una máquina: ni un agradecimiento, ni una palabra especial. Remplazados como quien remplaza a una pieza que ya no funciona.
Y eso que está contenta. Cuarenta años son muchos de madrugar, de estar al pié del cañón. Espera el futuro con mucha ilusión, con muchas ganas de disfrutar del tiempo libre. Pero tiene que ser raro, duro, eso de dejar de hacer lo que llevas haciendo cuarenta años. Quiera uno o no, se le tienen que venir a la cabeza un montón de recuerdos. Y también cierta incertidumbre, no en vano pierdes el que ha sido uno de los grandes referentes de tu vida: el trabajo.
Supongo que pasarán algunas semanas de transición hasta que se acostumbre al nuevo ritmo, a no madrugar tanto, a tener más tiempo libre. Semanas en las que se alternarán los momentos de tranquilidad con los de desasosiego. Afortunadamente, es una jubilada joven, con buena salud y con ganas de hacer cosas. Y eso, sin duda, seguro que ayuda.
PD.- Mi padre nació en 1948. Lleva más o menos los mismos años trabajando en la misma entidad financiera. Se prejubilará probablemente a lo largo del mes de febrero, todavía no sabe bien qué fecha. Dos prejubilados por el precio de uno :). De momento, ya están preparando el crucero de celebración.

6 comentarios en “Prejubilada a los 57”

  1. Mi padre nació en 1952 y se prejubiló el año pasado, la verdad es que sigue haciendo cosas, pero ya a otro ritmo y más por hobby.
    Al principio para el fue duro, pero yo ya le veo que ha descubierto otra vida y le veo feliz, pero pasó unos meses malos.
    Tardó un poco, pero por fin ha comprendido que es tan útil como siempre y eso no se por qué ha sido lo más difícil.
    Y tras unos meses todo eso ya lo tiene superado y da mucha alegría verle.

    Responder
  2. Lo malo de estas prejubilaciones en cuando son «forzosas». Vamos que o te vas o te putean o te echan, que en teoría debe ser ilegal ¿no? Pero mirad lo que paso en EFE hace unos años con un ERE bastante sucio, ahora años de juicios y malos ratos para toda esa gente,… en fin… es el agradecimeinto de las empresas.
    ¡¡Que disfruten tus padres la jubilación!!

    Responder
  3. Lo primero que pueden hacer es escribir sendos blogs. Lo segundo, crean la empresa HeGoBlogs S.L. y a forrarse, que el trabajo lo hace su hijo. 😉
    Que disfruten, que se lo han ganado. Y tu niño no veas lo bien que va a estar cuidado.

    Responder
  4. Enrique, tan ocurrente como siempre 😉
    No es mala idea… Vida de un/a prejubilado/a, escritos por prejubilado/a anónimo/a… aunque ya no lo serían tanto 😉
    Siempre es un duro golpe que te prejubilen o que te jubiles, pero sin duda lo es más cuando te pilla por sorpresa y a causa de problemas de salud, como le sucedió a mi padre hace dos años. No tuvo tiempo ni de planteárselo. Fue muy duro, pero ahora ahí lo tienes, con sus cosas de aquí p´allá…
    En fin, que seguro que se adaptan pronto. Y teniendo salud (y algo de dinero para disfrutarla), el resto poco importa. ¿O no?

    Responder
  5. No, si conoceré a tus padres y todo Raúl ….
    En esto de las prejubilaciones hay de todo. En mi caso tengo que aguantar, y envidiar, algunos de estos prejubilados que solo hace falta mirarles a la cara para saber lo que es la felicidad plena 😉

    Responder
  6. Ya llevo 15 días de pre-jubilada. Hasta ahora son como unas vacaciones, pero esto ! es increíble !
    Tenes tiempo para TODO , sin agobios .
    Es verdad que tantos años trabajando, te han enseñado a hacer muchas cosas al mismo tiempo,eres ama de casa, tienes hijos , atiendes las necesidades de todos, y das la talla en la empresa, que para eso te pagan . Pero te cansas. Desde luego esto lo he tomado como si hubiera sido el premio «gordo» de la lotería de Navidad .
    Soy muy afortunada .
    Tener tiempo para leer, caminar , hacer la compra despacio, los hobbies que tengo más desatendidos por falta de tiempo etc etc.
    Espero con ilusión que llegue el día en que ya no tenga que ir papá tampoco, que ya no suene el despertador tan temprano, y disponer de todo el tiempo para hacer todo aquello que el trabajo no nos ha permitido.
    Ya te he dicho, que cuando quieras traer al niño algún día con nosotros, no hay ningún problema, que cuando eso ocurra, el mundo se detiene y solo tengo que atenderlo .
    La empresa no nos ha dedicado ni una simple carta agradeciendo los servicios prestados, deseando feliz jubilación, nada de nada, y eso duele, pero el calor y cariño de los compañeros más cercanos, hasta las lágrimas de algunos en el momento del adios te hace sentir PERSONA .

    Responder

Deja un comentario