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Lo malo de estar malo

Hay varias cosas que me molestan de estar enfermo y, en concreto, de esta especie de virus invernal/infernal que de forma recurrente te acaba cogiendo (en la interpretación argentina o española, tanto da) un año sí y otro también.
Lo primero, el aplatanamiento. Que no tienes ganas de hacer ná, más que de dormitar y dejar pasar el tiempo. Cosa con la que no estoy en absoluto en desacuerdo… siempre que no tengas responsabilidades (laborales, familiares, etc.). Pero es frustrante saber que tienes cosas por hacer y simplemente ver que es que no te apetece hacer nada.
Lo segundo, que cuando consigues vencer un poco el aplatanamiento, lo haces con un cierto espíritu pesimista: todo lo ves más negro de lo que sueles, las cosas van a salir mal, no vales para nada, has tomado todas las decisiones equivocadas en tu vida, y las que estás tomando ahora también están mal… aquello de los estados de ánimo, vaya.
Y para colmo, cuando por fin consigues ponerte un poco las pilas y ver las cosas con cierto optimismo… ves que el cuerpo no te responde. Que quieres salir a la calle y te entra una flojera de piernas tremenda. Que te corre el sudor frío por la espalda. Que te mareas cuando te sientas delante del ordenador.
¿Y qué queda por hacer? Pues nada, volver al aplatanamiento. Total, cuando no se puede, no se puede.
PD.- Ya estoy mejor, gracias 🙂

2 comentarios en “Lo malo de estar malo”

  1. Y lo peor es cuando estás en plena incubación y aún no estás enfermo, porque estás en casa o en el trabajo, sintiéndote culpable porque no sólo eres incapaz de concentrarte, sino porque además, no te apetece casi ni intentarlo…

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