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Sueño reparador

Entre que es el final del «curso» y se nota, el calor que hace por las noches, que el niño ya no duerme del tirón como nos tenía acostumbrados y mi gusto por alargar las veladas, lo cierto es que ando arrastrando más sueño que un tonto. Esto tiene un impacto real en mi día a día, ya que empiezo los días cansado y sobre todo a partir de cierta hora de la tarde empiezo a no dar pié con bola.
Hoy, por ejemplo, al salir del trabajo he pasado por el super. Iba literalmente arrastrando los pies. He cogido el coche y he venido para casa. Me he tumbado en el sofá… y he caído aprovechando el silencio que reinaba en la casa.
Han sido 20 minutos, no más. Pero de la piltrafa que entró por la puerta y que apenas podía quitarse la corbata, me transformé en la máquina de hacer cosas: vacié el lavavajillas, hice una limonada, la comida de mañana, la cena de hoy… y todo sin un bostezo. Ahora son las 00:30 y no siento el agotamiento que tenía a las 20:00. ¡Bendito sueño reparador!
Eso es algo que me da rabia del trabajo de la oficina. Sé positivamente que hay momentos a lo largo del día en que no doy más de mí. Momentos en los que 20 minutos de reposo servirían para cargar pilas para el resto de la jornada. Sin embargo, no hay más remedio que «seguir adelante» con una productividad media lamentable…

2 comentarios en “Sueño reparador”

  1. Tengo entendido que, en Alemania, algunas empresas contemplan un descanso de 20 minutos después de comer para que los empleados se echen una siesta.
    Hay estudios que demuestran que, esa siesta de 20 minutos, aumenta el rendimiento laboral después de comer.

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  2. Dicen que Dalí se dormía sentado en una silla con una cucahrilla agarrada en la mano. Al quedar dormido profundamente, esta se cae y el ruido te despierta.
    Con esa técnica parece ser que descansaba sin quedarse amodorrado.

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