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Las cosas como son

La semana pasada reflej� aqui una de las caras de la consultor�a: la de la presi�n, los horarios extensivos… pero me parecer�a poco justo dejarlo as�, y no contar la otra cara que, en el plazo de una semana, tambi�n se ha mostrado.
Antesdeanoche pude dar por finalizada (casi, siguen quedando flecos) la parte gruesa del proyecto que me ha tra�do por la calle de la amargura las �ltimas semanas. En consecuencia, ayer fue un d�a de cierto relax: llegu� al trabajo sin presi�n de hora (el horario de entrada «oficial» es las 9:00, yo llegu� tranquilamente a las 9:35), me tom� un caf� todo lo largo que me apeteci� charlando con alg�n compa�ero, dediqu� la ma�ana a labores administrativas (justificaci�n de gastos, archivo de documentos) salpicadas con resoluci�n de cuestiones personales (un par de transferencias que ten�a que hacer, el env�o de un libro defectuoso a la editorial…).
Y a mediod�a, de vuelta al cliente; pero en esta ocasi�n, para una comida (invitaban ellos) de celebraci�n del final del proyecto. Tras dos horas y pico de comida (inclu�do un buen vinito que acompa�aba a una carne espectacular… ), y siendo las cinco y media, puse rumbo a mi casa dando as� por finalizada la jornada «laboral» (como bien dijo Eduardo, hay d�as que esto no parece un trabajo).
Son dos caras de una misma moneda. Es lo que intentaba reflejar el otro d�a con mi comentario sobre los pros y contras de la consultor�a: en general, estas dos caras (y alguna m�s) van unidas, se suceden de forma c�clica e irregular. Y esto no es disonancia cognoscitiva, que dir�a mi psic�logo de guardia: es una realidad harto palpable. Posiblemente la consultor�a sea un trabajo m�s extremo que otros que, siendo m�s estables y m�s respetuosos con determinadas convenciones laborales, pueden llegar a ser m�s mon�tonos o m�s inflexibles. Es cuesti�n de poner todo en una balanza…

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