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Son aquellas pequeñas cosas

«Experto en procesos de transformación y coach ejecutivo». Estoy seguro de que si metes esta cadena de búsqueda en LinkedIn te salen tres millones de personas que se autoetiquetan de forma muy parecida. «A global professional services firm supporting world leading businesses with strategy execution and leadership development», apuesto a que hay miles de empresas de consultoría que se anuncian con esta frase, o con una combinación parecida de las mismas palabrejas. Blah, blah, blah.
Pero claro, es que cuando haces el esfuerzo por «ponerte una etiqueta» resulta dificilísimo no caer en el cliché. A veces tratas de introducir un matiz, y te parece que has conseguido «ser diferente»; pero en realidad, visto desde fuera, eres básicamente indistinguible de todos los demás. Es como cuando ves esas «referencias de clientes anteriores» y todo el mundo ha trabajado para Telefonica, BBVA, Repsol…
Hace muchos años que vengo pensando que es muy difícil diferenciarse en los rasgos generales. Que el potencial de diferenciación está en las pequeñas cosas, los pequeños matices que solo se aprecian en el día a día. Detalles personales. Opiniones. Gustos. Reacciones. Puede que incluso banalidades y chorradas del día a día que, inadvertidamente, dicen mucho más de nosotros de lo que creemos. Además de mostrar lo que haces y cómo lo haces, también poner el foco en quién eres y cómo eres.
Claro, para eso hace falta mucho roce. No son cosas que quepan en una tarjeta de visita, ni en una web corporativa, ni en un perfil de LinkedIn. Es necesario el contacto sostenido en el tiempo. Por eso siempre he disfrutado tanto de los blogs primero, y de las redes sociales después, y de cualquier otro vehículo que permita tener ese «roce» de una manera natural y no intrusiva. Por eso siempre en mi presencia online he intentado ser «muy yo». Incluso a riesgo de parecer «menos serio» o «menos focalizado». Me aburre la gente que se ciñe a su personaje profesional, siempre tan correctos y tan dentro de su «área de conocimiento», siempre construyendo y cuidando esa imagen prefabricada, esa fachada de cartón piedra para las visitas. No soy así. No quiero ser así. Y no creo que sea positivo ser así. Porque a base de cuidar tanto al personaje te transformas en uno más, indistinguible de todos los demás que hacen lo mismo.

4 comentarios en “Son aquellas pequeñas cosas”

  1. Etiquetas….
    ahora, por ejemplo, todos sois consultores «artesanos».
    El pequeño «matiz diferencial» es que vives en Aranda, «fuera del meollo». Matiz que se pierd si trabajas en remoto con el cliente o si vas a visitarlo a su local de trabajo.
    Y es que no se puede evitar, al final lo pintes como lo pintes, siempre habrá alguien que se dedique a lo mismo, y termine proponiendo las mismas soluciones a los mismos problemas.
    Falta tiempo–> organízate mejor.
    cobro poco –> pide más por tu trabajo
    me faltan clientes —> haz marketing
    hago marketing y no tengo clientes —> haz otro tipo de marketing
    estas parado—> busca trabajo…
    etc etc
    Todos clichés (no faltos de realidad y razón), pero clichés.
    No se puede evitar, hay metodologías de trabajo que son todas iguales y no hay otra forma de hacer las cosas.
    Puedes poner arandela y contratuerca, vestirlo como quieras, ponerlo de latón, o cromado… pero al final el tornillo hay que ponerlo donde hay que ponerlo y apretarlo girando en sentido horario.

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  2. No me he debido explicar bien, o al menos no era por ahí por donde quería ir yo.
    Cuando me refiero a «las pequeñas cosas» me refiero precisamente a por qué, en última instancia, prefieres trabajar con uno que con otro. A por qué unas personas tienes sintonía y con otras no. Rara vez eso se deduce de esos detalles más o menos gruesos que puedes poner en una web o en un panfleto. Viene más del «roce», de ver hasta qué punto hay una forma común de ver el mundo, unos caracteres compatibles, unos gustos parecidos, cómo te expresas, cómo reaccionas… muchas «pequeñas cosas» que solo se aprecian en el día a día.
    Todo esto va mucho más allá, es mucho más granular que esas etiquetas que puedas llegar a ponerte. Aunque también creo que esas etiquetas ya dan información. Por ejemplo, si yo cuento que vivo en Aranda ya estoy diciendo cosas sobre mí, sobre el estilo de vida que me gusta (y más si durante 12 años se sigue el hilo y se ve por qué en un momento dado tomo una decisión u otra)… habrá a quien le guste, y habrá a quien le repela. Pero ya es un nivel más de información.
    Pues así con todo.

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