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Al éxito por el camino del fracaso

He estado leyendo recientemente el último libro de Scott Adams (creador de Dilbert). Se titula «How to fail at almost everything and still win big«. Se trata de un libro bastante flojo en general, todo sea dicho, pero que me ha dado para dos o tres reflexiones.
La primera tiene que ver con el fracaso. Qué palabra tan fea, qué de connotaciones negativas tiene. Fracaso, como contraposición al éxito, y por lo tanto, como algo a evitar como la peste. Y sin embargo, renegar del fracaso es un absurdo. Básicamente, porque todos fracasamos, hemos fracasado en el pasado, y vamos a seguir fracasando en el futuro. Nadie cuenta sus aventuras por éxitos arrolladores (aunque demasiadas veces nos guste aparentar que sí). A todos hay algunas cosas que nos salen bien, otras muchas regular, y otras muchas mal. Fracasar, por lo tanto, es inherente al «intentarlo». E «intentarlo» (muchas veces, de muchas formas distintas, durante mucho tiempo) es imprescindible si quieres alcanzar algún éxito algún día.
La tesis que plantea Adams, y que resulta bastante evidente, es que de cada aventura fallida podemos sacar algo en claro. Cada vez que intentamos algo (incluso si fallamos) estamos poniendo en práctica nuestras habilidades, mejorándolas, puede que incluso desarrollando algunas nuevas. Estamos conociendo mundos diferentes, estableciendo relaciones valiosas. Estamos, en definitiva, creciendo. Y en ese proceso de crecimiento, estamos incrementando las probabilidades de que las cosas en el futuro nos salgan mejor. Cada fracaso, en ses sentido, nos acerca paradójicamente al éxito.
El fracaso es un subproducto inevitable de los procesos de aprendizaje y crecimiento. Nadie nace sabiendo. Dicen que lo que diferencia a un maestro y a un aprendiz es que el maestro ha fallado más veces de las que el aprendiz siquiera lo ha intentado. Detrás de cada éxito suele haber una ristra enorme de intentos fallidos, de probaturas, de idas y venidas, de alternativas que no salieron bien. El éxito nunca es una línea recta, aunque desde fuera tendamos a creer que sí.
Así pues, considerar el fracaso como «algo a evitar» sólo nos va a generar frustración, porque el fracaso es un hecho, va a suceder sí o sí. Asumamos su existencia, entendamos su carácter inevitable y paradójicamente necesario para el éxito. Aprendamos, ya que vamos a tener que convivir con él, a sacarle el máximo partido, a usar el fracaso de hoy como un peldaño que nos acerque al éxito de mañana.

1 comentario en “Al éxito por el camino del fracaso”

  1. La verdad es que, ahora que lo pienso, uno de los peores insultos es ese de «eres un fracasado», ¿no? Al menos por la intención de quien lo dice. Pero, bueno, convivimos con miles de fracasos. Así que alegría alegría, que hay que continuar con la fiesta 🙂

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