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Enseñar vs. aprender – reflexiones de un profesor mejorable

Ayer estuve viendo este episodio de Redes (ya viejuno… se habla de Wikipedia como un «proyecto novedoso»…). El caso es que durante el debate surgía una cuestión interesante. «Que un profesor enseñe no implica automáticamente que un alumno aprenda«. Esa contraposición entre la enseñanza y el aprendizaje me hizo pensar.
Yo he tenido la suerte de estar en los dos lados de la ecuación. En el de «aprendiente», y en el de «enseñante». E incluso con esa doble experiencia, he de decir que resulta muy difícil cambiar el paradigma del «profesor». Cuando te toca «impartir» una materia (si es que el propio verbo suena unidireccional), es complicado evadirse de la tendencia a «contar tu rollo». Antes de empezar, preparas «lo que vas a dar en clase». Organizas los contenidos del curso de acuerdo a tus esquemas mentales. Tienes un «temario», te preocupa no tener tiempo para que «entre todo». En definitiva, tiendes a organizar todo el proceso desde la perspectiva de la enseñanza, centrada en ti mismo… en vez de desde la perspectiva del aprendizaje, centrada en el alumno.
Y es que el problema del aprendizaje es que hay uno por cada alumno. Cada uno tiene sus intereses, sus expectativas, sus conocimientos previos, su ritmo, su forma de aprender, sus circunstancias personales, sus capacidades innatas. Tratar de proporcionar una experiencia de aprendizaje individualizado dentro de una clase colectiva es complicado, y desde luego exige mucho más esfuerzo y es mucho más incómodo para el profesor.
La cuestión es que, si no se hace, nos quedamos en «enseñanza» pero no generamos «aprendizaje». Y entonces hemos hecho un pan con unas tortas, y para ese viaje no hacen falta alforjas. Es algo que tendré que mejorar de cara a futuro.

7 comentarios en “Enseñar vs. aprender – reflexiones de un profesor mejorable”

  1. Hace poco vi un vídeo de TED que hablaba de Khan Academy. Creo que es un modelo nuevo muy interesante. Planteaba el creador, que viendo los vídeos son los alumnos los que deciden su propio ritmo, y aprenden solos y concentrados en su propia casa. Luego, ya en clase, la labor del profesor es 100% práctica, dedicándose a corregir dudas y ayudar en la realización de ejercicios. Es decir, yo no se iba al cole a recibir la lección y para casa los deberes, sino al revés. Al cole se iba a trabajar en los deberes, y a casa a aprender la lección.

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  2. Hola, yo llevo un tiempo en la parte de «enseñante» y he tenido la suerte de impartir cursos en los que se me permite bastante flexibilidad. Se organizan en torno a un tema, pero no hay un temario especifico que haya que seguir al pie de la letra.
    Eso me ha permitido preparar cursos «interactivos». Antes de empezar el curso simplemente recopilo toda la información que me gustaría transmitir y el primer día en vez de llegar y «soltar mi rollo» lo dedico a conocer al grupo y a ver que les interesa aprender, de donde vienen, para que quieren aprender esta materia y en que la podrían utilizar.
    Ese día ordeno toda la información y preparo la primera semana de clase en función a lo que he aprendido del grupo … ¿el resto? ya vamos viendo a que velocidad avanzamos.

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    • Borja, gracias por la aportación… Quizás el mayor problema sea ése, el tratar con un «grupo» que luego, en realidad, es una suma de un montón de individuos cada uno con sus circunstancias. Por lo tanto, siendo un punto a favor esa capacidad de «primero escuchar, y luego ir organizando en base a lo que escucho»… seguimos teniendo el problema de «cómo le doy a cada uno lo que necesita»

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  3. Algo parecido es lo que estoy intentando implantar en los últimos cursos que he dado, pero se plantea otra dificultad. No solo tenemos que cambiar de mentalidad los que queremos transmitir un conocimiento, sino los alumnos.
    Mi idea era que trabajasen los contenidos en casa antes del curso para que una vez allí, se dedicara la mayor parte del tiempo a práctica y resolver dudas. Solo los alumnos más proactivos lo hacen y aprovechan realmente el curso. El resto esperan la clásica charla magistral y luego se quejan de que hay poca práctica.
    ¿Hacia donde orientamos entonces los esfuerzos?

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    • Chema, has dado en un punto importante. Mi experiencia también es un poco descorazonadora en ese sentido, de querer involucrar a la gente en su propio proceso de aprendizaje… y ver cómo no muestran ningún interés. Pero claro, eso me lleva a pensar también «para qué coño vienen a esta clase» (especialmente en situaciones donde no están obligados). Lo cual te pone en un brete: ¿qué hacer, por ejemplo, si les pides que hagan un trabajo (como lo que comenta Aitor) y nadie lo trae? Al final acabas «tirando por la calle de enmedio»… Pero tampoco me gusta eso como excusa; si no consigo «ilusionarles», también es un fallo.

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