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Pelotas

Siempre ha sido una postura que me ha resultado curiosa. Resulta que si llegas a tener la misma opinión que tu jefe o tu empresa, te conviertes automáticamente en un trepa, un pelota o un lameculos (o todas a la vez).
Digo que siempre me ha resultado curiosa porque pienso que hay dos formas de llegar a coincidir con la opinión de tu jefe. Una es que efectivamente seas un veleta, que dice «amén» a todo lo que dicen sus jefes independientemente de lo que sea. Otra es que tengas un criterio propio, tengas información, la valores y llegues a crearte una opinión y que resulte que es la misma que la de tu jefe.
Creo que son dos formas distintas de llegar a un mismo punto. Porque en una hay una total ausencia de criterio. Y en otra hay criterio. Personalmente, nunca me ha avergonzado coincidir con un jefe o con la empresa en determinadas cosas, pese a que algunos levanten el cartelón de «pelota» inmediatamente. Y no me avergüenza porque esa opinión es la mía, alcanzada por mi propio criterio, que a veces coincidirá con la de los jefes y a veces no. Y soy capaz de argumentársela a quien sea. Al pelota se le ve el plumero enseguida, porque no tiene argumentos o simplemente cacarea los que ha oído por ahí. Pero en cuanto hay un mínimo de debate, se pierde.
Pero ojo, tan veletas como los pelotas son los contrarios, los que por definición tienen que llevar la contraria a sus jefes. Porque esos tampoco tienen criterios ni argumentos más que decir «como lo ha dicho el jefe, pues es malo». Estos también se descubren rápidamente en cuanto se ponen tres argumentos encima de la mesa.
Por eso nunca me han gustado los partidos políticos, donde el criterio propio es un defecto más que una virtud y lo que hay que hacer es asumir los criterios del partido. O la dinámica empresario vs. sindicatos, donde las posiciones están fijadas de antemano y la discusión es estéril. Cualquier situación tiene muchos matices, y sólo con criterio puede uno llegar a formarse una opinión propia y, en consecuencia, a defenderla con solvencia.

6 comentarios en “Pelotas”

  1. Lo que dices está muy bien para casos personales pero es un tanto idílico a la hora de representar a la gente. Si un miembro de un partido dice una cosa y otro la contraria el votante no sabrá a qué atenerse a la hora de decidir su voto.

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  2. Y, en el fondo de todo el problema… ¿No te parece que,en entornos adultos y profesionales, demasiada gente se comporta como si siguieran en el patio del instituto? Ese es un pelota, con ese no me «ajunto», este es mi «amiguito» y le defiendo diga lo que diga…¿Falta de criterio o, directamente, falta de madurez?

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  3. Angel está por demostrar que en la infancia no se tenga criterio y sea un rasgo distintivo de la madurez. Antes bien parecería que el pelota lo primero que sacrifica, supongo que como mecanismo de autodefensa de su «organismo» ético, es el criterio. Así que posiblemente lo tuviese desde la niñez.

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  4. Imagino que son estrategias defensivas en el entorno laboral. Si tú coincides con el jefe en una determinada idea, los compañeros verán una toma de posiciones ventajosas para el que es «pelota».
    La idea de llamar «pelota»: conseguir que la otra persona no se sienta parte del resto del grupo, que está más apartada, con el fin de que la próxima vez reconsidere su postura y no intente destacar entre el grupo, porque si no éste le rechazará, a veces, de manera sutil.

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  5. Imagino que con un jefe «a lo Dilbert» uno se beneficia de seguirle la corriente pero está claro que no aporta ningún valor a la empresa.
    Es más, a modo de corolario, se podría decir que donde veas un pelota habrá un jefe incompetente 😉

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